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Viera y Clavijo, un sacerdote ilustrado
El Día de las Letras Canarias, que homenajea a todos los literatos canarios, se celebra cada 21 de febrero porque en este día de 1813 falleció en Las Palmas de Gran Canaria don José de Viera y Clavijo.
Viera y Clavijo (Los Realejos, Tenerife, 28 de diciembre de 1731) fue un sacerdote católico, historiador, botánico, traductor, poeta y narrador, considerado como el máximo exponente de la Ilustración canaria.
La vocación ilustrada de Viera y Clavijo la desarrolla a la par de su condición de sacerdote. Después de haber tomado las órdenes sacerdotales mayores en Las Palmas en 1754, se traslada a La Laguna en 1757 para ejercer de párroco; En esta ciudad asiste a la tertulia de Nava Grimón, en la que pronto llegó a ser, a pesar de su juventud, el indiscutible animador, tanto por su ingenio como por sus conocimientos generales.
En 1760, publica su primera obra, titulada El Jardín de las Hespérides. Representación alegórica de las Islas Canarias, proclamando y reconociendo por su Rey y Señor a nuestro Católico Monarca Carlos III (que Dios guarde).
Como escritor, destaca en Viera y Clavijo la extraordinaria maestría de su pluma prolífica y temprana, en la que las cualidades básicas de corrección y exactitud no le impiden ser sabiamente amoldable a los diferentes registros que el tema requiera: así su estilo será brillante en textos como el Elogio de Don Alonso el Tostado, estructurado, siguiendo los dictados que la retórica clásica exige, y no exento de emoción encomiástica hacia el destinatario; y será eficazmente didáctico, riguroso, y preciso en el Diccionario de Historia natural; y en la Historia de Canarias, añadirá a las cualidades anteriores la reflexión personal directa surgida al hilo de los hechos que han conformado la realidad de las islas; y su estilo se revestirá de soltura y gracia en las cartas a familiares y amigos: y sabrá, además, ser burlón y lúdico en las coplillas dedicadas al clima de La Laguna.
'Vida del noticioso José Sargo' (1745), escrito e ilustrado por Viera y Clavijo con 14 años.
La faceta traductora de Viera y Clavijo también lleva su impronta, pues como señalaba Sebastián de la Nuez (Premio Canarias de Literatura), muchas de las libertades que se toma don José en la traducción, como él mismo advierte en los prólogos que anteceden a los textos, obedecen a su propio criterio. Así, no encuentra descabellado eliminar versos o sustituir nombres porque en todo momento tiene en su horizonte al público español, tan necesitado de conocer aquellas obras que, a su juicio y según otros literatos reformadores de su tiempo, son de reconocida proyección en la Europa que tanto admira.
La poesía de Viera y Clavijo hay que entenderla así mismo desde los signos culturales e históricos de su época, no desde el barroco, no desde la escolástica, sino desde el neoclasicismo y la ilustración. Esto es, desde sus corrientes tradicionales y enciclopedistas, que se agitaban en el mundo de las ideas, no sólo literarias sino políticas y científicas, a lo largo del siglo XVIII, en el seno de la sociedad y desde el momento histórico que le tocó vivir a Viera y Clavijo en Canarias, en España y en Europa.
De este modo, Viera y Clavijo, al igual que abogaba por una oratoria más sencilla, defendía una poesía «vestida de un traje más modesto», rechazando las estructuras complicadas de la literatura y la retórica barrocas, para implantar los asuntos positivos y útiles basados en la lógica práctica de la razón y el sentimiento de la nueva época.
Recordemos aquí un soneto que compone en «elogio al nuevo método de predicación» en el año de 1767, que dice:
¡Oh pura¡ ¡Oh celestial! ¡Oh verdad santa!
que en tu cátedra y trono perseguida
de una oratoria loca y atrevida
sufriste tanto insulto, injuria tanta.
Vuelve de tu destierro... canta, canta,
el triunfo de la victoria merecida,
ya la cláusula muere, ya en huida
el falso asunto está. Ya no se aguanta
y el vil realce y profano texto,
ya se dejan los vanos calamistros,
y vestida de un traje más modesto
sin temer de la crítica registros
puede decir a vista de todo esto:
Hoy conozco en sus obras, mis ministros
Tiene don José Viera y Clavijo, en su prolífica y diversa obra, otros poemas de tono más solemne y filosófico, en donde se aprecian claras reminiscencias de los poetas del Siglo de Oro español. Poesía filantrópica como A la expedición de la vacuna; El Herodes de las niñas, las viruelas. Poesía lírica-bucólica como Oda a las parejas de Aranjuez; Los sentimientos afectuosos. Poesía panegírica-histórica como Epitafio del Vizconde de Buen Paso; Constelación canaria (13 ilustres canarios); Al Marqués de Santa Cruz. Poesía religiosa como Gozos a la Concepción de María; Décimas glosadas a la fiesta de Teror; Los quince misterios del rosario. Poesía heroica como Los Vasconautas; Redición de Granada...
Durante la época propiamente ilustrada del neoclasicismo, coincidiendo con su traslado a la península en 1770 y la publicación de sus Noticias históricas de Canarias cambia, en cierta medida, la temática y estilo de su obra poética, creando una poesía más didáctica y más prosaica, donde se persigue más la precisión informativa que la retórica imaginativa.
Hay que tener en cuenta que el tema de la ciencia, una vez desaparecidos los grandes motivos caballerescos y los descubrimientos de los hombres, era la gran aventura digna de ser cantada. Así, en vez de un Paraíso perdido o unas Lusiadas era mucho más importante el tema del descubrimiento del hidrógeno, el oxígeno, el anhídrido carbónico, aunque cantados por nuestro sacerdote y poeta ilustrado contraponiendo realidad y mito. Así por ejemplo, en su canto La machina aerostática (del poemario Los ayres fixos), hay una perfecta conjunción entre lo científico y lo simbólico mitológico:
Mucho Dédalo humano tuvo antojo
de remontarse al diáfano elemento,
y de mucho el probar tan noble arrojo
Icaros fueron, burla y escarmiento:
mas llega un hombre ya, que del sonrojo
vengando la razón, muestra talento,
de subir a surcar la azul esfera
con alas de ayre fixo, no de cera.
Claramente se refleja aquí el triunfo de la razón sobre el mito, del hombre racional, frente al héroe mitológico y un duro reproche al hombre que fue:
Soberbio si de subyugar la altura
y en carro frágil semi-dios triunfante,
sin brújula, timón, remo, ni antena
pisar las torres y pasar el Sena.
A fuerza de ciencia y razón Viera y Clavijo se convierte en un poeta prosaico, pero también profético, no en el sentido de los románticos, por pura exaltación de la mente y el espíritu arrebatado, sino porque el poder de la lógica puede llevarnos a adivinaciones futuribles, como nos muestra en una de las últimas octavas dedicadas al globo aerostático, en la que llega a pensar nada menos que en «navegar hasta la luna» y compara a tal aventurero con un futuro Colón. He aquí la octava profética, que no es críptica como puedan ser las de Nostradamus, sino muy clara y precisa:
Bien podrá ser que un día la Fortuna
haga nacer otro Colón segundo
que emprenda navegar hasta la Luna
como aquel hizo viaje al nuevo mundo
Sus conocimientos de botánica, su sensibilidad como naturalista y el amor a su tierra natal, quedan reflejados en otra serie de poemas, como el que dedica a la destrucción de la Selva de Doramas de Gran Canaria, apreciándose en sus versos elementos sentimentales y nostálgicos en la descripción de la Naturaleza:
Sitios queridos de las nueve musas
en cuyos frondosísimos andenes
paseó de su numen agitado
el divino Cairasco tantas veces.
¡Montaña de Doramas deliciosa!
¿Quién robó la espesura de tus sienes?
¿Qué hiciste de tu noble barbusano?
Tu palo blanco ¿qué gusano aleve
le consumió? Yo vi el honor y gloria
de tus tilos caer sobre tus fuentes...
Obsérvese al naturalista que enumera con tristeza las extintas especies del arbolado canario, y continúa citando a los pájaros y, en una imagen bucólica, a los zagales y pastores, que ya no podrán grabar sus nombres en «corteza dura o plana suficiente»; pero también al ecólogo adelantado a su tiempo, que se preocupa por la necesaria resurrección del monte cuando añade al poema estos versos:
Huid, huid: sacad de esta montaña
las manadas de cabras y los bueyes
que devoran los brotes cuando nacen,
y no permiten que nacidos medren.
Es Viera y Clavijo, en definitiva, un sacerdote con una mente científica y creativa portentosa, un escritor, un poeta ilustrado, de espíritu sensible y luminoso, que debe ser recordado y reivindicado como canario egregio. Un hombre, en palabras de la doctora en filología Yolanda Arencibia, de su siglo, que creyó firmemente en los ideales que la Ilustración proponía, que los vivió profundamente, y que en ellos enmarcó su vivir personal, su vocación profesional y su ingente y variadísima obra.
© Apertum TV.
Bibliografía
Este artículo se ha realizado con textos de las siguientes fuentes:
Viera y Clavijo. Sebastián de la Nuez Caballero
Anales de Literatura Española, ISSN 0212-5889, ISSN-e 2695-4257, N.º 2, 1983, págs. 155-176.
Reviviendo a José de Viera y Clavijo. Carmen Yolanda Arencibia Santana.
El Museo Canario, ISSN 0211-450X, Nº. 52, 1997, págs. 359-372