DEVOCIONARIO
Oraciones católicas y prácticas piadosas para uso de fieles. Hagiografía. Testimonios
Consejos pastorales para las personas que padezcan alguna Influencia Demoniaca
Por el Padre Fortea
Nota previa del Autor:
Aquí no se pretende explicar qué es la influencia ni cómo discernirla. Ni tampoco se explica la diferencia entre posesión demoniaca e influencia. Esos temas ya se abordaron en Summa Daemoniaca. Como la gente pide muchas explicaciones al sacerdote al que ha ido a consultar, también hemos colocado unas explicaciones generales. Estos puntos deben ser meditados uno a uno en la oración con mucha detención por parte de las personas que están en un proceso de liberación.
La influencia es el fenómeno por el que un demonio ejerce cierta influencia sobre el cuerpo o la salud mental de una persona. En este tipo de casos, el mal espíritu no llega a poseer el cuerpo de la persona, de forma que no puede ni mover ese cuerpo ni hablar a través de él. Solo ejerce, como expresa la misma palabra, una cierta influencia.
La influencia puede ejercerse sobre el cuerpo (enfermedades), sobre la mente, sobre las emociones o sobre la voluntad. La influencia sobre la voluntad es al modo de una tentación fortísima. La voluntad siempre es libre y uno puede resistir una y otra vez esta tentación intensa.
La influencia puede ser sobre el cuerpo provocando determinadas enfermedades corporales. O sobre la mente, provocando una influencia del demonio sobre las potencias del alma, induciendo de forma obsesiva a determinados vicios o pensamientos obsesivos.
Cuando se ora por una persona que tiene una influencia la reacción es distinta a la de la posesión. La persona siente un malestar general que acaba concretándose en un lugar concreto del cuerpo. O bien la persona acaba no pudiendo controlar la tensión que le provoca la oración, y hace movimientos extraños con los miembros, pero sin perder la consciencia.
En otras ocasiones la influencia se revela por la tremenda crispación que se manifiesta en manos o cara, crispación que suele ser la fase previa a la manifestación de la posesión, pero que en estos casos nunca pasa de esta fase previa sin que se llegue a producir el trance. Y no se produce el trance porque no hay posesión del cuerpo, sino solo una influencia sobre este.
Para los casos de influencia la persona tiene que recibir oración de liberación. Bien sea hecha por el sacerdote para que le libere de esa influencia, bien sea hecha por un grupo de laicos que oren por él. Siempre es preferible la oración comunitaria a la de una sola persona, pues el poder de la oración se suma.
Muy a menudo el sacerdote especialista en esta materia no puede estar totalmente seguro de que una persona sufra una influencia demoniaca. Pero sufra o no sufra esa influencia, la persona puede seguir los consejos que aparecen en estas páginas. Pues no hay otro remedio contra la influencia que el que aquí se explica. Y si la persona no sufre influencia no le vendrá mal seguir fielmente estos consejos.
Lo primero de todo que debe entender el que padece una influencia es que el remedio más importante para su problema es que el Reino de los Cielos penetre en su corazón.
Para ello es necesario conocer más el mensaje y anuncio de Nuestro Redentor Jesús de Nazaret. Para lo cual nada mejor que leer cada día una parte del Evangelio.
Es necesario pedir perdón de los pecados. Para lo cual hay que examinar la conciencia durante varios días pidiendo a Dios que nos haga ver cuáles son nuestras faltas y pecados.
Si es usted de los que piensa que no tiene pecado alguno porque no roba ni mata, lea el Evangelio y pronto el Señor le iluminará para ver qué oscuridad es la que hay en su corazón.
Todos somos pecadores. El dolor de los pecados y el cambio de vida es necesario para acabar con las influencias demoniacas. Si usted no se humilla ante Dios y le pide perdón, no le suplique que le quite la influencia demoniaca.
Tras el reconocimiento de los propios pecados, hay que pedir perdón a Dios y después confesarse con un sacerdote.
Sin petición de perdón de los pecados, no hay liberación de una influencia demoniaca.
Es necesario que se convenza de que sin cambio de vida, abandonando todo aquello que vaya contra los Diez Mandamientos, no es posible la liberación de una influencia demoniaca.
Después de limpiar el alma con el perdón, hay que llevar una vida cristiana y hacer oración.
La oración llena el alma de amor a Dios.
La oración de la persona es necesaria para que esta sea liberada.
Si la persona no ora, no será liberada. Si usted pide oraciones al sacerdote para ser liberado, debe ser el primero de todos en orar cada día. No pida al sacerdote, lo que usted mismo no hace en su propio favor.
Una persona que quiera ser liberada de una influencia demoniaca debe hacer cada día un plan concreto de oración con un horario y un tiempo fijado.
Como mínimo sugerimos este plan para cada día:
*Leer cinco minutos el Evangelio, meditarlo después diez minutos (mejor si es en una iglesia delante del sagrario).
*Escuchar misa y comulgar.
*Rezar el rosario (con mucha lentitud y pensando lo que se dice).
Es decir, la vida espiritual se fortalece bajo la benéfica y celestial influencia de la Eucaristía, la Virgen y la Biblia. Comulgar sin haber confesado los pecados graves no sirve de nada, al revés es contraproducente.
Si usted cree que no puede rezar porque el demonio se lo impide, rece al menos con los labios aunque su mente se despiste. Si usted dice que no puede estar en misa porque se siente muy mal, resista. Destruir una influencia demoniaca es como una lucha. Hay que luchar, hay que resistir, hay que esforzarse.
No le pida al exorcista que se esfuerce por usted si usted mismo no se esfuerza.
En la medida en que usted más se esfuerce en la oración y en llevar una vida acorde a los Diez Mandamientos, en esa medida la oración del sacerdote hará más efecto en usted.
Si usted no ora, si usted engaña al sacerdote o le oculta algo, no será liberado aunque recen por usted durante cuarenta años varias horas a la semana. Si usted no juega limpio, Dios no le premiará con la liberación.
Sin perdón al prójimo, no hay liberación. Hay que perdonar si queremos ser perdonados.
Nunca hay que buscar la solución a la influencia demoniaca en brujos, videntes, adivinos o personas con supuestos dones. Si usted va al sacerdote y a esas personas, nunca logrará la solución. O uno busca la solución por el lado de la Iglesia o por el lado de la magia y los brujos. Pero ambas cosas no se pueden mezclar. Por el lado de la magia y los brujos nunca, jamás, se consigue nada. Ir a ese tipo de personas en busca de consejo ya es un pecado grave.
Nunca vaya en busca de ayuda o consejo a personas particulares que le digan que le sacarán la influencia aunque tengan en su casa cruces, vírgenes y santos. Solo vaya a sacerdotes de la Iglesia Católica.
Solo hay que dirigirse a sacerdotes que el obispo de la diócesis haya delegado para esta misión. No se fíe porque alguien le diga que es exorcista. Una llamada telefónica al obispado le sacará de dudas si se ha dirigido a la persona adecuada.
Hay casos de influencia que acaban en minutos y otros por los que hay que orar durante años.
La liberación de una influencia demoniaca es siempre un milagro de Dios. No se puede exigir un milagro, solo se puede pedir humildemente y recibirlo cuando Dios tenga bien el concederlo.
La oración de liberación la pueden hacer aquellos que el obispo lo permita: el exorcista, el párroco, un sacerdote o un grupo de laicos que oren por estos casos. En cada diócesis puede haber normas especiales acerca de quién puede orar por estas personas.
Nunca desespere por lo largo que sea su caso, la vida del hombre sobre esta tierra es un tiempo de prueba. En el cielo serán bienaventurados los que aquí en la tierra lloran, porque ellos serán consolados.
La influencia demoniaca, aunque se ejerza a veces sobre la mente, no le hace a usted malo, solo el pecado le hace malo. Y si usted no quiere, no peca.
Hay personas que tienen miedo de condenarse si mueren con una influencia demoniaca, hay que recordar que si usted está en gracia de Dios no tiene nada que temer. La influencia no actúa en el alma, solo en el cuerpo o en la mente.
Si al sacerdote que ora por usted, lo ve cada mucho tiempo, será conveniente buscar la ayuda de un buen sacerdote que sea su confesor y director espiritual. Un sacerdote que le guíe hacia la virtud.
Dios permite las cruces en este mundo para el bien de nuestra alma.
La influencia demoniaca es permitida para que usted encuentre a Dios y le ame más.
Encomiéndese con confianza de hijo a su Madre, la Santísima Virgen María.
Arroje de su casa cualquier tipo de amuleto que tenga. Tire a la basura cualquier libro de magia, horóscopo, adivinación o esoterismo que tenga. Posters o discos de grupos de rock satánicos.
Si usted realiza prácticas que tienen que ver con energías, New Age, péndulo, reiki, feng shui o similares, no expulsará de sí nunca la influencia. Cualquier cosa que de lejos sospeche que tiene que ver con el ocultismo consúltela con el sacerdote que ora por su liberación.
Si usted tiene una relación ilícita, es necesario que se lo comente al sacerdote que ora por usted.
Hay que poner en orden la sexualidad para eliminar una influencia demoniaca. Si usted está conviviendo íntimamente con alguien que no es su marido o su esposa debe poner eso en orden, dentro de la Ley de Dios. Si hay hijos pequeños y no pueden casarse, pueden convivir juntos, pero como hermano y hermana.
Si eres un joven y no pones el orden de Dios en tu sexualidad, el demonio tendrá donde agarrarse. El demonio odia la castidad, como odia el ayuno y cualquier sacrificio hecho por amor a Dios.
Creer en Dios supone creer en su Único Hijo, Jesucristo. Creer en Jesús supone creer en la única religión verdadera: la Santa Iglesia Católica.
Si usted no cree en la Iglesia Católica con todo su corazón, tiene primero que orar y leer la Biblia hasta que el Señor le de esa fe.
El sacerdote no es como un médico que una vez que te receta unas pastillas, te marchas y ya está todo concluido. La liberación es un proceso en el que, para desarraigar al demonio de dentro de su cuerpo y de estar al lado de su mente, usted tendrá que ponerse en paz con Dios, tener fe y obedecer los Mandamientos de Dios. A veces, eso se logra con una sola oración el primer día, pero muchas veces esa liberación constituye un proceso.
Cristo es la luz de los pueblos. La luz de Cristo resplandece sobre el rostro de la Iglesia, la cual anuncia el Evangelio a todas las criaturas.
La Iglesia no tiene otra luz que la de Cristo.
Si usted exige del sacerdote su liberación no ha entendido que la liberación es un don, no una exigencia. No se le cobrará nada por las oraciones que le hacemos, pero ni con todo el dinero del mundo podría pagar esas oraciones pues se hacen por amor y con fe, dos cosas impagables.
El agua bendita, las cruces y otros objetos bendecidos son útiles, pero recuerde que ellos no pueden suplir su fe. La fe sí que puede suplir a los objetos bendecidos, pero al revés no.
Cuando, pasando por la calle, vea una iglesia abierta, entre un momento para saludar al Señor. Trate de pasar tiempo delante del sagrario, allí está Jesús.
Tanto si su influencia es sobre el cuerpo o sobre su salud mental no abandone las medicinas y consejos de su médico. Incluso en los casos en los que hay una acción del demonio sobre el cuerpo, las medicinas tienen su propio efecto. Usar los remedios espirituales no significa abandonar los remedios corporales.
No desobedezca a su médico pensando que como esto viene del demonio el médico ya no tiene nada que hacer. El sacerdote y el médico trabajan cada uno en su campo y la labor del uno no interfiere a la del otro.
Usted es cuerpo y alma. Las medicinas del médico actuarán sobre el cuerpo, las del sacerdote sobre el alma. Por eso no abandone sus citas con el psiquiatra o el psicólogo sin comunicárselo al sacerdote.
Orar sin gusto no quita mérito a la oración. Al revés, como cuesta más, también es más valiosa ante los ojos de Dios.
La labor de una madre o un esposo ayudando a la persona que sufre una influencia es insustituible. El familiar da ánimos, recuerda los buenos propósitos y acompaña en la oración al atribulado. Muchas veces una madre o un esposo son como un ángel que Dios pone al lado del que sufre la influencia.
Cada vez que piense que el sacerdote debería rezar más veces y más rato por usted, piense que es usted el que tiene que rezar más. Entonces, la oración del sacerdote aunque sea menos rato, hará más efecto.
Recuerde que Dios es su Padre y que le ama como si usted fuera su único hijo sobre este mundo.
Dios no se olvida de usted ni un solo minuto. Observa todos sus sufrimientos y algún día le consolará de ellos.
Usted todavía no ha sido liberado de su influencia porque tiene más cosas que aprender y aspectos de su vida que todavía tiene que mejorar. Cuando ese proceso toque a su fin, su influencia acabará.
Hay que recordar que no hay oraciones más poderosas que otras. Toda oración va dirigida a Dios. Usted no necesita oraciones especiales como si el poder residiera en la fórmula y no en su propia fe y amor al que es su Padre.
Aclarado lo cual, se propone esta oración para que cada día la pueda hacer la persona que sufre la influencia.
Señor, Dios todopoderoso,
misericordioso y omnipotente,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
expulsa de mí toda influencia de los
espíritus malignos.
Padre, en el nombre de Cristo te pido que
rompas toda cadena
Derrama sobre mi pobre persona la
preciosísima sangre de tu Hijo.
Derrama sobre mi pobre persona la
preciosísima sangre de tu Hijo.
Que su sangre inmaculada y redentora
quebrante toda acción maléfica
sobre mis pensamientos o mi salud.
Todo esto te lo pido por intercesión de la
Santísima Virgen María.
San Miguel arcángel,
intercede, ven en mi ayuda.
Es muy bueno orar a Dios a través de los salmos, leyéndolos y meditándolos con frecuencia.
En su aflicción puede meditar el salmo 22 (que trata acerca del justo abandonado) o el salmo 25 (que es una súplica y alabanza del justo a su Señor). Pero especialmente medite mucho, con lentitud, versículo a versículo el salmo 23: El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace recostar....
La Biblia es para usted una medicina. Con la Biblia no necesita leer más libros dudosos, ni buscar consejos aquí y allá. Todo lo que usted necesita lo encontrará en ese libro sagrado escrito por la Mano de Dios.
Recuerde: Evangelio, comunión y rosario cada día. Eso destruye toda influencia del demonio por poderosa que sea. No se obsesione con el demonio, no le eche la culpa de todo. La mayor parte de las tentaciones vienen del mundo y de nosotros mismos.
Si todo lo achaca al demonio, lo acabará viendo en todos los sucesos de su vida. Olvídese del demonio y céntrese en Dios.
Señor en ti confío.
© José Antonio Fortea Cucurull. Sacerdote católico y teólogo español especializado en demonología. Es doctor en Teología por el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum de Roma. Pertenece al presbiterio de la diócesis de Alcalá de Henares (España). Ha escrito distintos títulos sobre el tema del demonio, pero su obra abarca otros campos de la Teología. Sus libros han sido publicados en diez lenguas.
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