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El genocidio cristiano

«¿Cuál crees que es la religión más perseguida del mundo, tanto dentro como fuera de Occidente?». Esta pregunta, lanzada ayer jueves en la red social X (anteriormente llamada Twitter), obtuvo más de 3.000 interacciones en apenas unas horas. El 5,4 por ciento se inclinó por el islam, el 24,6 por el judaísmo, y el 69,9 por el cristianismo. ¿Quién acertó? De eso trata este artículo.

El pasado 7 de octubre, el mundo asistió horrorizado al ataque con 5.000 cohetes por parte de Hamás —el grupo islamista que controla Gaza— contra la población israelí. Poco después, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, anunciaba que el país estaba «en guerra» y prometía venganza «con todo el poder del ejército». Tres semanas después, las cifras del conflicto hablan por sí solas: 1.400 muertos en Israel, 220 personas que continúan secuestradas por los terroristas de Hamás y más de 7.000 palestinos muertos en la franja de Gaza. Una tragedia que parece no tener fin y en la que todos pierden (todos perdemos).

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Prensa, radio y televisión, a lo que hemos de sumar los innumerables recursos de Internet, vienen haciéndose eco del desastre con una intensidad nunca antes vista. Tertulianos enfrentados, manifestantes tomando las calles y parte del sector político alimentando la hoguera dan buena cuenta de la magnitud del conflicto. Y es que sin duda, el sufrimiento de miles de seres humanos, ya sean judíos o musulmanes, requiere la atención de todo el mundo. Pero ¿y los cristianos?

¿Sabían que más de 50.000 personas han sido asesinadas en Nigeria por el hecho de ser cristianas en los últimos 14 años? Solo en los primeros 100 días de 2023, es decir, del 1 de enero al 10 de abril, fueron masacradas 1.041, a lo que hemos de sumar 707 secuestrados y 18.000 iglesias y 2.200 escuelas cristianas incendiadas. Huelga recordar que 98 millones de personas profesan la fe de Cristo en una población de más de 213 millones. ¿Quiénes son los responsables de esta persecución que ha provocado que 14 millones de nigerianos se encuentren desarraigados y 8 millones se hayan visto obligados a huir de sus hogares para evitar ser asesinados a machetazos? Los grupos fundamentalistas e islámicos, entre los que sobresalen la Yihad Fulani y el Estado Islámico de África Occidental.

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Sacerdote asesinado en Nigeria

Por desgracia, los ataques contra los cristianos no terminan aquí. En Irak, una próspera comunidad cristiana de un millón y medio de personas —en su mayoría católicos caldeos y asirios, cuya existencia se remonta al primer siglo de nuestra era—, se ha quedado reducida aproximadamente a 450.000 personas. O lo que es lo mismo, más del 70 por ciento de los cristianos iraquíes han sido obligados a huir del país en lo que llevamos de siglo. Por su parte, los cristianos de Mozambique (18 millones de una población total de 33,2) sufren persecución por la creciente presencia de militantes islámicos, sobre todo en la región septentrional de Cado Delgado, donde insurgentes como el grupo islamista al-Sunnah wa Jama'ah, afiliado al Estado Islámico, y combatientes vinculados al grupo somalí al-Shabaab, están imponiendo un reino de terror. Entre las víctimas, sobresalen las mujeres y las niñas, las cuales son acosadas sexualmente y violadas.

El 10 de abril de 2015, Nauman Masih, un adolescente de 14 años, cristiano pakistaní de la ciudad de Lahore, murió quemado vivo, después que unos jóvenes musulmanes le prendieran fuego al saber que era cristiano. El execrable hecho ocurrió cuando Nauman se cruzó en la calle con unos jóvenes musulmanes desconocidos que se dirigían a la mezquita. Estos lo detuvieron y al darse cuenta que era cristiano le golpearon, le rociaron con gasolina y le prendieron fuego. Su agonía se prolongó durante varios días. Si hablamos de China, en el año 2022, se multiplicaron las destrucciones de iglesias cristianas en todo el país por órdenes de los funcionarios del Partido Comunista, a lo que hemos de sumar las desapariciones inexplicables del obispo Joseph Zhang Weizhu de la diócesis de Xinxiang, del obispo Shao Zhumin de la diócesis de Wenzhou, del obispo Dong Baolu de la iglesia clandestina de la ciudad de Shijiazhuang y de diez sacerdotes de la diócesis de Baoding.

Además de Irak, Mozambique, Pakistán o China, la lista de países donde los cristianos son perseguidos incluye a Afganistán, Corea del Norte, Somalia, Libia, Yemen, India o Eritrea. De hecho, 2 de cada 5 cristianos en Asia sufre persecución a nivel muy alto o extremo, mientras que en África se trata de 1 de cada 5 y en América Latina 1 de cada 15 —pocos imaginan que la persecución religiosa afecta a cristianos de Colombia, Cuba, México o Nicaragua—. En consecuencia, y según un informe de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), los cristianos asesinados al año en el mundo ascienden a 150.000, mientras que el número de perseguidos, según la organización Puertas Abiertas, se eleva a los 360 millones. Esto llevó al eurodiputado holandés Bert-Jan Ruissen a organizar en el Parlamento Europeo una muestra sobre los cristianos perseguidos, el pasado mes de septiembre.

El diccionario de la RAE, en su única acepción, define ‘genocidio’ como «Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad». ¿Puede aplicarse este término al conflicto palestino-israelí? Si la respuesta es sí, deberíamos igualmente emplearlo para describir las matanzas cometidas contra los cristianos. De hecho, la Resolución del Parlamento Europeo 2016/2529 de 4 de febrero de 2016 declaró genocidio la actuación del Dáesh contra las minorías (entre la que está la cristiana). De igual modo se pronunció en resolución de 4 de marzo de 2016 la Cámara de Representantes de Estados Unidos (H. Con. Res. 75). Siendo así, ¿por qué ese silencio político y mediático ante las masacres cometidas contra los seguidores de Cristo? ¿Por qué la ausencia de condena pública por parte de aquellos que lamentan día tras día el aumento de fallecidos de otras confesiones religiosas? ¿Por qué esa reserva por parte de las sociedades de hegemonía cristiana a la hora de denunciar estas persecuciones?

© Antonio Puente Mayor- El Correo de Andalucía- 27/10/23

 

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