DEVOCIONARIO
Oraciones católicas y prácticas piadosas para uso de fieles. Hagiografía. Testimonios
El Exorcismo Magno
Revelación de Jesús a María Valtorta: “Se puede entender sin error que si se reúnen en oración diez almas justas y generosas con un fin santo para implorar piedad por un lugar, Yo no desatenderé su plegaria. Cuadernos de 1943.
Para el reconocido sacerdote católico José Antonio Fortea, el poder exorcístico se puede aplicar no sólo a liberar a una persona de la posesión diabólica, o a liberar una casa de una infestación, sino que también se puede exorcizar a las fuerzas infernales para que se alejen de una parroquia, de una ciudad, de una diócesis, de una nación o de la Iglesia universal.
Conforme a esta premisa, el Padre Fortea denomina "Exorcismo Magno" al exorcismo que se realiza no sobre una persona concreta, sino sobre un territorio.
La idea del Exorcismo Magno le surgió tras asistir a una conferencia de exorcistas, pensada para exorcistas, celebrada en Oklahoma (EEUU). ¿Y si varios exorcistas en presencia de un grupo reducido de fieles realizaran juntos un gran exorcismo sobre la Diócesis o incluso sobre la nación? Por supuesto con permiso del Obispo o, más allá, con su participación presidiendo la ceremonia.
Aunque un exorcismo coral tiene un sólido fundamento teológico, no existe un ritual para ello, por lo que el Padre Fortea, lejos de quedarse en el bosquejo de su idea, ha terminado diseñando una propuesta que recoge en su libro El Exorcismo Magno.
Hablamos de propuesta o sugerencia pues como el propio Padre Fortea advierte al comienzo de su obra, los ritos de la Iglesia Católica sólo pueden ser creados y aprobados por las autoridades eclesiásticas que dispone el ordenamiento canónico; si bien alberga la esperanza de que alguna Diócesis pueda servirse de sus ideas para organizar una ceremonia como la referida o de que la Congregación del Culto Divino (ahora, Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos) algún día apruebe de forma oficial y universal algo similar a lo que expone sus páginas.
Para el padre Fortea la posibilidad de hacer un exorcismo colectivo sobre un territorio (una parroquia, ciudad, nación, etc.) tiene un fundamento teológico clarísimo. "Los demonios son una sociedad jerarquizada, no son simplemente un cúmulo de seres individuales espirituales malignos. Los demonios conforman un orden. Ellos pueden ser pecadores, pero tienen una naturaleza racional, y los seres racionales se organizan de un modo social".
Por tanto, como bien dice el Padre, es razonable pensar que los demonios, a la hora de tentar a los humanos, se organicen por zonas. Este pensamiento tiene un fundamento bíblico claro. Primero, el carácter jerárquico de los demonios queda patente en infinidad de versículos; san Pablo distingue entre Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades y en su libro Summa Daemoniaca, el Padre Fortea recuerda que de cada una de las jerarquías cayeron ángeles transformándose en demonios.
Continuando con las palabras del Padre Fortea hay un texto antológico de Santo Tomás de Aquino referido al capítulo 10 del Libro de Daniel (si bien el tema viene de más atrás, de san Gregorio Magno, y a él se han referido también otros muchos teólogos a lo largo de la historia) por el que podemos concluir de la visión del profeta que "Miguel, uno de los príncipes supremos" y "un varón vestido de lino y con un cinturón de oro puro" mantienen una lucha contra los príncipes espirituales de Persia, que no pueden ser otra cosa que demoniacos. Es decir, que por encima de la lucha material o corpórea contra los "Reyes de Persia", se mantiene al mismo tiempo una lucha espiritual de seres angélicos contra seres espirituales malignos de un territorio, al frente de los cuales se encuentra "el Príncipe (el principal) de Persia" que organiza o coordina esas fuerzas demoniacas.
La palabra 'príncipe' la encontramos también en Juan 12:31 "ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será arrojado fuera" o en Efesios 2:1-2 "Y vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" en clara alusión al maligno.
Para el Padre Fortea queda clara la necesidad de orar y pedirle a Dios protección frente a estos seres demoniacos, que buscan no solo nuestra perdición sino el quebranto de territorios y naciones enteras. ¿Acaso no vemos con estupor cómo en determinados territorios o comunidades una gran parte de su población camina hacia el abismo de manera aparentemente irracional?
Como bien señala el Padre Fortea, el fundamento bíblico de acudir a Dios en nuestra ayuda a Dios la tenemos en Mateo 6:13, "y no nos pongas en tentación, mas líbranos del mal (del maligno)". En el Padrenuestro, por tanto, Jesús nos enseña a pedirle a Dios que seamos protegidos contra la acción demoniaca. Es una enseñanza directa contenida en la oración que Jesús sabía que iba a repetirse más en todo el Nuevo Testamento.
Sobre estos fundamentos, el Exorcismo Magno se inscribiría para el Padre Fortea en esta tradición constante de pedirle a Dios que aleje a los demonios. Ha sido costumbre inveterada de la Iglesia el orar a Dios para que alejase la acción ordinaria de los demonios, no solo para exorcizar a individuos sino a colectividades.
Para el Padre Fortea sería un error pensar que por realizar un gran exorcismo a todo un territorio, ya automáticamente todo cambiará. El pecado tiene muchas causas, no sólo el demonio. Pero si con el poder recibido de Cristo alejamos a los demonios de un lugar o una nación, ciertamente eso repercutirá positivamente, puesto que haremos que se marchen una gran cantidad de tentadores.
A este respecto, nos recuerda el Padre Fortea un episodio de la vida de santa Catalina de Sienna, que vio (con el espíritu) la ciudad de Roma llena de demonios que inducían al pueblo a matar al Papa. Lanzaban también terribles gritos contra la santa y le decían: «Maldita, tú querías encerrarnos, pero nosotros te daremos la muerte de la manera más terrible». Santa Catalina no contestó, limitándose a orar fervorosamente y pedirle a Dios que por el honor de su Nombre y la salvación de la Iglesia se dignase impedir que el pueblo romano cometiese un crimen tan abominable, siendo su sufrimiento intercesor el que logrará alejar esa concentración de fuerzas del infierno. El pueblo seguía siendo libre para obrar, pero la santa logró alejar a los demonios y aplacar su influencia sobre ellos.
Otro episodio, en este caso de san Francisco de Asís, recoge como estando en las afueras de Arezzo vio un torbellino de demonios que inducían a los ciudadanos a la matanza entre ellos, por lo que el santo envió a un hermano franciscano ("al hermano Silvestre, hombre sencillo como una paloma") para alejar a los demonios, para "expulsar a los espíritus del aire, fomentadores de la sedición" en Nombre de Dios Omnipotente.
Delante de la puerta de la ciudad, Fray Silvestre elevó himnos de alabanza ante la presencia de Dios y exigió a los demonios marcharse del lugar inmediatamente de parte de Dios Omnipotente y por orden de su siervo Francisco. Y así ocurrió en un claro ejemplo del poder exorcizador, capaz de aplacar o alejar a las fuerzas demoniacas que están actuando en un lugar o territorio de manera colectiva y organizada.
El Exorcismo Magno del Padre Fortea persigue maximizar la eficacia de este poder exorcístico a través de una ceremonia solemne, a través de un coro de exorcistas acompañados por un grupo de fieles con la adecuada formación para entender que su presencia en la ceremonia no sería ornamental, sino que tendría como fin orar para pedir la protección de la diócesis o del territorio que esté siendo liberado.
Apertum TV
Bibliografía y fuentes:
El Exorcismo Magno. Forteniana Opera Daemoniaca. Tomo IV. José Antonio Fortea.
Canal del Padre Fortea. Youtube.
Cuadernos de 1943. Emilio Pisani Editore. María Valtorta.
Vida de Santa Catalina de Siena. Beato Raimundo de Capua.
Aciprensa. Entrevista al Padre Fortea